About Me Introducción a la Filosofía.: Los orígenes de la modernidad.

Introducción a la Filosofía.

07 marzo 2007

Los orígenes de la modernidad.

La obra de la razón griega se vio obscurecida y olvidada durante muchos siglos por las nuevas formas de fe que ejercieron su dominio sobre la vida de los hombres. Pero el espíritu que dio origen al pensamiento filosófico griego resurgiría con fuerza contribuyendo a un mundo donde el hombre se libere de la religión y la teología este mundo, en el que la razón es llamada cada vez más “razón científica”, es lo que conocemos como mundo moderno.

Para que la filosofía actual pueda realmente pensar en los problemas contemporáneos, para que sea eficaz con los problemas de hoy, debemos conocer los comienzos de este mundo que hoy nos toca vivir.

El punto de partida del pensamiento y del mundo moderno no podemos ni debemos en justicia situarlo en el siglo XVII como si fueses posible que de un escolasticismo decadente y petrificado pudiese surgir de pronto la filosofía y la ciencia moderna que representan Descartes y Galileo. Fueron los hombres del Renacimiento los que al ir declinando la concepción medieval del mundo, iban a desterrar las tradiciones clericales a favor de nuevos fermentos culturales que van a dar un vuelco a la cultura occidental.

El comienzo de este trascendental período de la historia se puede datar en el 1400 aproximadamente y podemos darlo por terminado hacia el 1650. Durante este largo tiempo el hombre europeo va a transformar el pensamiento cuyo resultado final será la creación de una nueva mentalidad, al que tanto humanistas, artesanos, artistas, literatos, comerciantes, filósofos y hombres de acción aportaron ese aire fresco, que inicia la modernidad.

El renacimiento es el primer paso del camino entre feudalismo y capitalismo, un cambio que afecta globalmente a toda la sociedad y a la economía. Esta “revolución” no se produce rápido, ni es una contraposición clara entre la luz y la oscuridad, sino más bien una mezcla y cruce entre la viejo y lo nuevo.

Los comienzos de este periodo en el siglo XV son ciertamente tiempos espléndidos, con grandes iniciativas que abrieron nuevos caminos en múltiples direcciones , pero fue también una época de gran confusión, como son todas aquellas en las que los hombres se desprenden de una determinada interpretación del Universo y del hombre y tienen que habituarse a una nueva perspectiva vital, como afirma Ortega.

Ortega y Gasset ha definido el siglo XV, como un siglo de crisis, afirmando que es la época más enigmática y compleja de toda la historia europea y del que llega a decir que si no se entiende bien, nada se puede comprender de los que ha pasado después. El individuo que según Ortega mejor representa esta época es Pico della Mirandola,

Pero lo realmente nuevo no fueron los muchos descubrimientos, sino la aptitud que los hombre renacentistas tuvieron frente al mundo, no solamente por observarlo como algo bello y valioso. Y sobre todo, la exaltación y grandeza del hombre, al convertirse en protagonista de su propio destino. Los filósofos y humanistas enseñaron que el hombre podía organizar su vida y la vida social de forma racional y libre. La potencia del hombre para crear le convierte en un ser excepcional, como dice Campanella: “Y, como un segundo dios, milagro del primero...”. Esto hace a los filósofos del Renacimiento abandonar el mito medieval de Adán y sustituirlo por Prometeo, creador de las artes e instrumentos de la vida civil.

El hombre renacentista se revela contra la jerarquía universal, es un revolucionario por que piensa que puede cambiar o crear situaciones nuevas para mejorar las existentes. Si sufre no es por voluntad divina, sino por que no se ha esforzado lo suficiente mental o manualmente. Esta nueva concepción de la vida y el hombre necesita libertad una libertad que el renacentista coloca en el centro para ordenar a su alrededor todas las demás facetas de la vida.


Pese a todo esto el hombre renacentista no vive de espaldas a la religión, Dios esta presente, pero si se produce un efecto de secularización de todos los aspectos de la vida, y por supuesto del pensamiento. Sobre todo en el siglo XV, la religión es un asunto privado, adoptándose una posición de indiferencia ante la jerarquía eclesiástica, sin duda una de las raíces del protestantismo considerado por Hegel como un movimiento claramente moderno.

Aunque el protestantismo ayudó a la liberación de la jerarquía religiosa en las relaciones con Dios al hombre, no hay que olvidar que el destino predestinado desde la eternidad que defiende Lutero es claramente antirenacentista y antimoderno. Precisamente eso impide a un humanista liberal como Erasmo unirse al protestantismo. Tanto la Reforma como la Contrarreforma son movimiento religiosos y el hombre renacentista no abandona sus creencias religiosas manteniendo una división interior que solo supera manteniendo la fe en un segundo plano, si la fe crece el conflicto aparece, pues la fe no puede ser racionalizada. Esto explica las numerosas conversiones y apostasías que van de un lado a otro, como señala Ortega y Gasset, de modo que una persona pasa fácilmente de una vida pagana a una cristiana y viceversa.

El retorno a los clásicos marca la renovación cultural de finales del XIV y comienzos del XV, el humanismo filosófico estudia a los antiguos viendo en ellos modelos de uso independiente de la razón, ubicando sus trabajos en su determinada época y sabiendo que la libre investigación es el método a seguir, entendiendo que el conocimiento es algo que crece a través de diferentes generaciones de estudiosos, trabajo que empezaron los clásicos, y que ellos continúan. La filosofía de esta época, nace con la necesidad de dudar de todo, para como en Descartes, a través de una duda metódica, comenzar a construir los cimientos sólidos del edificio del saber.

Aun existiendo un problema heredado de la filosofía medieval cristiana, la filosofía humanista fue el primer paso en el desarrollo de un pensamiento secular moderno. Por lo tanto Prometeo es importante como creador, pero Adán no es desterrado totalmente. La rebelión no es contra Dios, sino contra la Iglesia y la teología. Pero lo más importante es el papel del hombre y su gran valor como creador. Por eso Ortega puede afirmar: “la vida antigua fue cosmocéntrica; la medieval teocéntrica; la moderna antropocéntrica.”